Chatarreros hispanos contribuyen al millonario negocio del reciclaje en EEUU
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LOS ÁNGELES/EFE — Para muchos inmigrante hispanos en Los Ángeles, ser vendedor de chatarra se ha convertido una forma de supervivencia que les garantiza hasta 200 dólares diarios como parte de una industria que mueve unos 105.000 millones de dólares anuales en el país.
Poco antes de las 9 am, Luis Reyes comienza su periplo en busca de chatarra, electrodomésticos, cables y objetos de bronce, cobre, hierro y aluminio, que alimentan una industria que provee trabajo a más de 471.000 personas el país, según un reporte de este año del Instituto de la Industria del Reciclaje de Chatarra (ISRI).
Este mexicano carga en su camioneta el material rumbo a una de las numerosas plantas de reciclaje de la calle Alameda, en el sur de Los Ángeles.
Durante la última década, ésta ha sido la rutina diaria para este inmigrante, que a sus casi 70 años, conserva aún la energía para levantar objetos pesados que le sirven para pagar las facturas en una ciudad a la que emigró hace quince años.
“Empecé por la cuestión de que no hay trabajo y, pues entonces, compré una ‘troca’ (camión) y me empecé a dedicar a esto”, recordó Reyes, uno de los más de 55.500 trabajadores en California que derivan su sustento de la chatarra.
“Por lo menos tiene uno para pagar la renta, para comer y para irla pasando”, aseguró.
El negocio de la chatarra en California genera 17.141 trabajos directos, 16.999 indirectos y 21.382 asociados a proveedores, detalla ISRI en su informe.
Para muchos inmigrantes, ser chatarrero se ha convertido en un modus vivendi en el Estado Dorado.
SA Recycling, la compañía a la que el mexicano le vende el material recolectado, recicla en todas sus plantas 336 millones de libras al mes.
De los 200 vendedores que cada día se acercan por las instalaciones de esta planta, aproximadamente el 90 % es de origen latino.
“La gente que no tiene trabajo, cuando recicla, recibe dinero para su familia y, al mismo tiempo, están limpiando la ciudad, están levantando metales que están en la calle y están ayudando a la comunidad de limpieza”, aseguró Luis Ignacio, supervisor de la báscula en SA Recycling, y uno de los 19 hispanos que trabajan en esta planta, donde solo hay un empleado anglosajón.
Según Ignacio, vivir de la recogida de chatarra “es un trabajo muy duro” ya que las jornadas laborales para el vendedor son prolongadas, pero precisó que “a los latinos, si hay dinero y hay trabajo”, no les importa hacerlo.
El ajetreo en estas instalaciones no cesa. Durante todo el día, se observa una larga fila de chatarreros que espera con paciencia a que llegue su turno.
Primero le muestran el material a los empleados, éstos lo separan en metal ferroso o no ferroso y luego se pesan.
Lavadoras y vehículos se procesan en el exterior, mientras que el cableado de cobre o aluminio se coloca en grandes contenedores. También hay zonas asignadas para el reciclado del cartón, el plástico y el vidrio.
Todos los metales se pagan al precio del mercado ese día y la mayoría de vendedores se lleva a casa un ingreso que suele oscilar entre los 50 y 200 dólares diarios.
“Muchas de las cosas que tiene uno en su propia vecindad o en su casa se pueden reciclar y pueden ayudar al ambiente para que no se contamine”, explicó a Efe Lilian Estrada, gerente de SA Recycling.
“Una refri (nevera) vieja, una estufa vieja, lavadora, secadora, microondas, freidoras, ollas, líneas de teléfono...”, agregó.
Estrada explicó que en esta planta se reciclan mensualmente más de siete millones de libras de metal, que hacen parte de una industria que aporta a California más de 12.500 millones de dólares anuales y unos 4.000 millones más en salarios, detalla el informe de ISRI.
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