Frente a una clara mayoría de profesores liberales, ¿necesitan las universidades cambiar sus prácticas de contratación?
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A medida que se erigen los toldos de graduación en los campus de todo el país, algunos reclaman que la educación superior en los EE.UU. no es lo suficientemente balanceada. Citando una aparente escasez de profesores de inclinación conservadora, los críticos argumentan que las universidades no lucen como el resto del país y urgen a que se reformen las prácticas de contratación para corregir el desequilibrio político. Aunque esta propuesta merece consideración, se apoya sobre dos malentendidos básicos.
¿Predominan los liberales en las facultades? Sí, efectivamente. En 2006, el sociólogo Solon Simmons y yo realizamos una encuesta nacional acerca de la inclinación política de los profesores. Los defensores de la reforma, como el psicólogo Jonathan Haidt, o los politólogos Jon Shields y Joshua Dunn, y el columnista del New York Times Nicholas Kristof, han utilizado nuestros resultados para identificar algunas universidades como bastiones del progresismo.
En el momento de nuestro estudio, una quinta parte de todos los adultos estadounidenses se identificaban como liberales. Simmons y yo encontramos que aproximadamente la mitad del cuerpo docente también lo hizo. Incluso entre los profesores que eligieron la etiqueta de ‘moderados’, sus opiniones políticas liberales eran bastante comunes, especialmente en temas sociales como la igualdad de género y los derechos de las personas homosexuales. Sólo el 14% de los profesores en nuestra encuesta se identificaron como republicanos. La universidad no está repleta de radicales, pero es una de las profesiones más liberales en los Estados Unidos.
¿Cómo se puede educar bien a los estudiantes si sólo escuchan una parte del argumento?
Los críticos dicen que el resultado final es que ahora las opiniones políticas liberales ahogan otros puntos de vista en el aula. ¿Cómo pueden estar los estudiantes educados adecuadamente cuando sólo oyen una parte del argumento? Como solución, ellos abogan por contratar profesores más conservadores, quizás a través de algún tipo de acción afirmativa.
Los colegios y universidades deben exponer a los estudiantes a una gran variedad de ideas. Pero, aquí está el primer malentendido; sólo porque la mayoría de los profesores sean liberales no significa que el estudiante promedio esté forzosamente adquiriendo esa ideología.
En entrevistas que realicé con los profesores descubrí que un gran número de ellos enseñan sobre temas muy técnicos, donde sería francamente raro incluir la política. Como dijo un profesor de ingeniería cuando se le preguntó cómo incluía temas de política en la enseñanza: “un trozo de metal no tiene política”.
¿Necesitan las universidades acciones concretas para contratar profesores conservadores?
En el área de las ciencias sociales y humanidades, donde los puntos de vista políticos son más relevantes, he encontrado muy pocos académicos cuyo objetivo era influir en los estudiantes hacia su lado del pasillo político. La gran mayoría de los profesores se centran en enseñar a los alumnos el tema de sus campos de estudio, así como habilidades básicas como la lectura analítica y la escritura y pensamiento crítico. Si surgen temas de eventos actuales en las discusiones dentro del aula, el patrón usual es que los profesores promuevan lo que ellos consideran una conversación abierta.
Las encuestas de estudiantes sugieren que estas iniciativas son generalmente acertadas. Un reciente estudio de Harvard, por ejemplo, encontró que el 21% de los estudiantes republicanos en todo el país, en comparación con el 8% de los demócratas, no se sienten cómodos compartiendo sus opiniones políticas en el campus. En un mundo ideal, ambos números deberían ser cero, pero si la supresión de las voces conservadoras fuera desenfrenada veríamos una proporción mucho mayor de universitarios republicanos preocupados por la libertad de expresión.
El segundo malentendido entre los reformadores es la causa del desequilibrio político en el mundo académico. Una explicación común es que los profesores liberales son “intolerantes” ante quienes no están de acuerdo con ellos, y discriminan en contra de los eruditos conservadores que buscan empleos académicos.
Es cierto que muchos liberales académicos tienen sentimientos negativos sobre el conservadurismo y el partido republicano. El país está polarizado y las pasiones se calientan. Pero incluso si los profesores en los comités de contratación tuvieran como meta emplear sólo a simpatizantes políticos en lugar de investigadores y profesores estelares (cosa que no están haciendo), encontrarían que hay muy pocos eruditos conservadores a quienes discriminar.
Eso es porque, si nos fijamos en la inclinación política de los estudiantes de posgrado, veremos que reflejan la política del profesorado. Los liberales superan por mucho a los conservadores en las filas de los estudiantes de posgrado y son ellos y los recientes graduados de doctorados los que solicitan la mayoría de los puestos de trabajo académicos. Eso significa que, si fuera un robot sin prejuicio político alguno el que contratara profesores al azar, aun así tendríamos un profesorado altamente liberal.
Pero, ¿por qué no hay más conservadores en las escuelas de posgrado? ¿Será porque en las universidades lo políticamente correcto se ha salido de las manos, ahogando sus intereses? Esa hipótesis es socavada por estudios que demuestran que la reserva de estudiantes de posgrado ha sido liberal durante al menos medio siglo, mucho antes de que se hablara de aquello que es ‘políticamente correcto’.
La teoría que hemos elaborado con otros colegas es que la universidad adquirió la reputación de ser receptiva a los valores progresistas desde principios del siglo XX. Debido a esa reputación, los jóvenes inteligentes de izquierda han tendido a ver la educación superior como una posible opción de carrera. Han entrado a la docencia en mayor proporción, en un proceso que refuerza su reputación de liberal. Cuando los críticos alegan falsamente intolerancia por parte de los liberales, se alimentan de esa misma reputación, ahuyentando así de los puestos académicos a los jóvenes conservadores.
En un período de creciente competencia global, la educación superior en los EE.UU. necesita lo mejor de lo mejor del talento que pueda conseguir. Nuestra mente debe estar enfocada en contratar profesores que serán líderes y profesores superlativos en sus campos. Como regla general, la política no debe jugar ningún papel en absoluto en las decisiones de empleo académico; no deberíamos ni mantener ni acelerar la entrada de los conservadores en el mundo académico.
Neil Gross es profesor of sociología en Colby College y autor de “Why Are Professors Liberal and Why Do Conservatives Care?”
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Traducción: Diana Cervantes.
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