Las baleadas ‘emigraron’ a Estados Unidos como estandarte de la comunidad hondureña
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Los Ángeles — Entre los platillos de la gastronomía hondureña, las baleadas se han internacionalizado gracias a la migración de oriundos de esa nación, hasta declarar un día nacional en el que se promueve esa tortilla rellena que en Estados Unidos se puede adquirir en las principales ciudades.
Hace menos de una semana, Santos Orlando Fuentes se movió de Chicago a Los Ángeles. A primera hora de este sábado, este oriundo de San Pedro Sula estaba saboreando unas baleadas tradicionales, aunque sus favoritas son con chorizo, huevo, frijoles y crema, como las consumía en tierra natal.
“No sabía que había un Día de la Baleada”, dijo sorprendido.
En Chicago, ciudad en donde vivió durante 34 años, Fuentes sostiene que solo podía consumirlas en un único restaurante. En Los Ángeles hay por lo menos 17 establecimientos en donde se encuentran los platillos catrachos.
“Es una costumbre hondureña como en México son los tacos”, valoró.
“Mucha gente tiene que saber lo que es la baleada, la ricura que tiene”, agregó el hondureño de 63 años.
A pesar de que es un platillo popular, apenas en el 2018 Marca País Honduras declaró que cada tercer sábado de junio se celebre el Día Nacional de la Baleada, como una iniciativa que “rinde honor” a esa expresión culinaria “y sirve como punto de encuentro entre los hondureños”, declara esa entidad.
En Estados Unidos, en el 2017 vivían unos 940 mil inmigrantes de ascendencia hondureña, según el Centro Pew, población que considera las baleadas como un “estandarte” debido a la popularidad y el consumo, sin importar el tiempo de comida ni el lugar en el que se encuentran.
“Es un platillo único y diferente, y es el estandarte de los catrachos porque lo comemos de desayuno, almuerzo y cena”, aseguró María Fernanda Rivera, cónsul general de Honduras en Los Ángeles, destacando que ahora que se tiene un día para esta comida sirve para mostrar la cultura.
“Es algo súper bonito poder recordar a nuestra patria, celebrar nuestra gastronomía y para compartir con la comunidad en donde esté”, añadió la diplomática.
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El origen de este platillo es incierto. En territorio catracho hay diferentes historias urbanas y Marca País Honduras fija la fecha de 1964 para citar a una mujer de nombre Teresa, que vendía tortillas en La Ceiba y que según uno de los clientes llamó “baleadas” como resultado de un comentario divertido.
Otros utilizan de referencia a una mujer que recibió disparos de bala y que popularmente la gente decía que iba a comer “donde la baleada”.
Suyapa Portillo, historiadora e investigadora originaria de Copán, sostiene que el origen de este platillo está ligado a la llegada de militares estadounidenses y de la compañía bananera United Fruit Company a la costa norte de Honduras allá por 1912, quienes llevaron trigo y otros alimentos a esa región.
Para escribir su libro, a publicarse en el 2021 sobre la huelga bananera de 1954, entrevistó a mujeres que cocinaban en esa región a quienes llamaban “patronas” y que utilizaron su inventiva para sacarle provecho a la harina que tenían al alcance de la mano.
“La baleada es muy simbólica de los campos bananeros”, señaló la profesora de Pitzer College en entrevista con Los Angeles Times en Español, haciendo referencia a las producciones que se tenían en la costa caribeña en donde está concentrada la comunidad garífuna.
“Viene de esa creatividad de las ‘patronas’”, añade la historiadora, al destacar que las cocineras no tenían muchos ingredientes y como los hacendados y los trabajadores se movían con rapidez de la costa hacia las fincas que estaban en el interior requerían llevarse algo para comer.
“El concepto de la baleada es que es rápida de preparar y se la pueden llevar”, subrayó Portillo.
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En la actualidad, este platillo se ha convertido en parte de la identidad de la comunidad catracha por el mundo y hasta ha cruzado culturas.
Ricardo Luna, originario de México, viajó desde Sacramento, a unas 385 millas al norte de Los Ángeles. Y para desayunar aprovechó de saborear unas baleadas.
“Simplemente tenía curiosidad de probarlas”, dijo el oriundo de Jalisco.
“Es diferente a otra comida, la tortilla y el sabor en sí es particular, sabe diferente”, dijo Luna haciendo una pausa mientras degustaba el platillo catracho.
¿Cuál es la clave?
Cada persona que cocina tiene secretos y casi nunca se revelan. Sin embargo, Doris Arias asegura que la clave está en hacer las baleadas con “amor y cariño”, quien por un tiempo administró un camión de comida hondureña en donde no faltaban estas tortillas rellenas de diferentes ingredientes.
“El toque está en los frijoles”, agregó Arias, detallando que estas semillas leguminosas deben estar cocidas por lo menos 3 ó 5 días antes de freírlos.
Una baleada puede prepararse en cuestión de tres a cinco minutos. La tradicional se elabora con masa, frijoles, queso y crema, pero ahora se agregan otros ingredientes dependiendo el gusto del cliente.
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Blanca Pérez, propietaria del restaurante Rincón Hondureño, en Los Ángeles, asegura que en 20 años que lleva haciendo baleadas la más extraña que ha preparado es con caracol igual vende con carne asada y pollo.
A juicio de Pérez, la clave para una buena baleada está en la preparación de la masa, para eso sugiere que se debe dejar reposar por unos 20 minutos para que luego adopte la textura suave que el público busca en este platillo.
“La crítica que mucha gente hace de muchos lugares es que no queda blandita y si está suave se abre el apetito para pedir más”, apuntó la empresaria.
En el sur de California, es fácil encontrar un lugar para disfrutar este platillo.
Martín Ortiz, propietario de Ortiz Public Relations, se dio cita muy temprano este sábado para celebrar el Día Nacional de la Baleada. A su criterio, la ventaja de este alimento es que es económico y ahora es tan conocido como la bandera de su tierra. “Es como mi segunda carta de presentación”, aseguró.
A pesar de la variedad de opciones, Delmi Molina, originaria de San Pedro Sula, dice que prefiere las baleadas típicas.
“La baleada sencilla es mi favorita, porque me gusta mantener la tradición; de lo contrario, para mi ya parece un burrito”, acotó Molina.
Hace un año, Violeta Sandino se radicó en Los Ángeles. Antes de llegar a la ciudad, en donde asumió el cargo de vicecónsul en la oficina hondureña local, pensaba que un problema para ella sería los platillos típicos de su país; sin embargo, se ha podido dar cuenta que la gastronomía es lo que menos extraña.
“Lo que menos me ha faltado es la comida hondureña”, comentó la oriunda de Tegucigalpa, porque sabe que en diferentes puntos de la ciudad y del país la comunidad catracha tiene un abanico de opciones para ingerir las baleadas y otros platillos propios de la gastronomía de su tierra.
“La baleada ha emigrado junto con los hondureños en el exterior y le ha gustado a otras comunidades; podemos decir que nuestra gastronomía ha cruzado fronteras”, concluyó Sandino.
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