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Columna: El Departamento de Bomberos de Los Ángeles es ahora el centro de un movimiento antivacunas

L.A. Fire Chief Ralph Terrazas, left, and Mayor Eric Garcetti
El jefe de bomberos de Los Ángeles, Ralph Terrazas, a la izquierda, y el alcalde Eric Garcetti en un sitio de vacunación contra el COVID-19 para el personal del Departamento de Bomberos en diciembre.
(Gary Coronado / Los Angeles Times)

¿Alguna vez se pondrá fin a la larga serie de escándalos y vergüenzas que asolan al Departamento de Bomberos de Los Ángeles (LAFD por sus siglas en inglés)?

No apostaría por ello. En relación a los últimos meses, aquí está el puntaje después de los reportajes de mis colegas Dakota Smith, James Rainey y Paul Pringle:

Corrección:

10:41 a.m. sept. 6, 2021An earlier version of this column said an October vaccination mandate approved by the L.A. City Council was awaiting Mayor Eric Garcetti’s signature. Garcetti has signed it.

El Departamento de Justicia de Estados Unidos indicó hace un mes que estaba “revisando cuidadosamente” las denuncias de prejuicio y corrupción señaladas por bomberos negros y latinos.

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Las mujeres miembros del departamento se han quejado de una cultura de fraternidad en un LAFD que supuestamente está “plagado de liderazgo cruel” y misoginia. Se presentaron denuncias contra un comandante que presuntamente estaba ebrio en horario laboral.

Y estoy trabajando en un reportaje sobre una denuncia de una persona que argumenta que, en repetidas ocasiones, un capitán de la división de entrenamiento de LAFD estaba en un campo de golf mientras le pagaban por estar en el trabajo.

Más sobre eso en un momento. Pero primero, me tomé un tiempo libre para un viaje a través del país, y mientras conducía por estados con bajas tasas de vacunación, así como altos índices de infección por COVID-19, el LAFD volvió a ser noticia.

Un capitán de 31 años en el departamento publicó un video en el que decía que se estaba “volviendo loco” por un mandato de vacunación de octubre aprobado por el Concejo Municipal de Los Ángeles y firmado por el alcalde Eric Garcetti. El enojado capitán Cristian Granucci comparó la disposición con la tiranía y señaló: “Me podría estallar la cabeza”.

Que yo sepa, la cabeza del bombero no ha explotado. Así que me gustaría llamar su atención sobre una noticia de Texas. ¿Por qué Texas? Porque Granucci, citado en una nota de 2018 en Belo Times, un sitio de noticias en línea de ese estado, mencionó que viaja desde y hacia Los Ángeles.

“Me mudé a Texas por una razón”, comentó Granucci. “Por las libertades que ofrece”.

(En realidad, aproximadamente una docena de miembros de LAFD viven fuera de California, ¿y no deberían reservarse esos trabajos para los californianos?).

Aquí vamos, otro rebelde que lucha por la libertad, y qué causa tan valiente: no tomará su medicina. Me gustaría que Granucci supiera que, en mi viaje, conduje por Texas, pero mantuve las ventanillas cerradas, y esta es la razón:

El líder del movimiento antivacunas de Texas, fundador de San Angelo Freedom Defenders y enemigo de la “tiranía del COVID-19” se contagió de coronavirus y murió. Un pastor de ese estado que no estaba inoculado se infectó, casi muere y ahora lamenta resistirse a la mejor protección contra la enfermedad.

Un funcionario republicano del estado de Texas que se burló de los cubrebocas y los antígenos acaba de morir por coronavirus. Y entre febrero y finales de julio, de los 9.000 tejanos que fallecieron de COVID, todos menos 43 estaban sin vacunar.

Creo que el LAFD debería ordenarle a Granucci que se quede fuera de California, porque para un tipo involucrado en las funciones de los primeros en intervenir, su resistencia egoísta a la vacunación aumenta el riesgo de que infecte a sus colegas y al público.

El bombero, quien ganó más de $247.000 el año pasado, lo cual no está mal para alguien que trabaja en un sistema cruel y tiránico, argumentó en su diatriba en video que “muchos de nuestros miembros” están con él en su cruzada. Puede que tenga razón en eso. Las fuentes le han dicho al Times que cientos de miembros del LAFD se oponen activamente a un mandato de inoculación.

Y ahora hay un grupo de LAFD que se hace llamar “Bomberos por la Libertad” que están “dedicados a preservar nuestros derechos de libre elección otorgados por Dios que nos brindó nuestro creador”.

No sé si han elegido a los funcionarios todavía, pero me gustaría nominar a Granucci como presidente de este club de cretinos, cuyo objetivo, según el sitio web, es “detener las inoculaciones obligatorias” no solo para los bomberos sino para los “ciudadanos de este gran país”.

“Este no es un problema de aplicarse la vacuna contra no aplicarse la vacuna”, afirma el sitio. Es “una cuestión de derechos humanos”.

Me gustaría declarar mi derecho humano a no tener bomberos y paramédicos sin inocular deambulando por la ciudad día y noche, lo que aumenta el riesgo de infectarse o matarse a sí mismos y a otros.

Tal vez recuerde que no hace muchos meses, cuando escribí sobre la multimillonaria ganancia inesperada por tiempo extra que obtuvieron los bomberos en los sitios de prueba para COVID-19, el jefe de LAFD, Ralph Terrazas, argumentó que su equipo estaba prestando un importante servicio público en medio de un proceso de pandemia mortal.

Por lo tanto, el departamento que dio un paso al frente para proteger la salud pública ahora alberga un movimiento contra la vacunación, y, digo que, a menos que los luchadores por la libertad tengan una condición médica verificable que se oponga a aplicarse la vacuna, se les debería dar una opción:

Inocularse o darse de baja.

Y, por cierto, la auditoría recientemente completada del controlador de la ciudad, Ron Galperin, sobre las pruebas de COVID en el tiempo extra encontró “varios problemas claros”, lo que le dio otra bofetada a la administración del LAFD.

“No se utilizaron procesos formales de cronometraje en los sitios de examinación médica, ni relojes para precisar el tiempo ni una lista documentada, lo que hace imposible determinar si el personal juramentado asignado a los sitios trabajó la cantidad total de horas informadas para cada turno”, indica el informe.

Esto es realmente ingenioso. Tenían un sistema tan descuidado que era difícil rastrear si alguien a quien se le pagaba estaba realmente en funciones. Pero Galperin encontró otros problemas.

“En algunos casos, los salarios se pagaron en exceso porque las horas extras duplicaban el tiempo trabajado durante los turnos asignados regularmente”, indicó. “La gerencia de LAFD no reconoció estos errores antes de aprobar las plantillas horarias erróneas”.

La auditoría de Galperin encontró que, entre marzo y diciembre de 2020, se distribuyeron $14 millones en pago de horas extra por pruebas de COVID a 1.801 empleados juramentados, 129 de los cuales ganaron más de $25.000 cada uno. Para todo 2020, el pago total de horas extra en el departamento alcanzó un récord de 220 millones de dólares.

Y ahora hay una investigación sobre una denuncia interna de una persona que argumenta que a dos capitanes del LAFD se les ha pagado muchas veces en días en que “no es posible que hayan estado en el trabajo”.

La queja, de la que logré obtener una copia, señala que los registros de varios clubes de golf muestran que un capitán estuvo en los campos unas tres docenas de veces, incluidas salidas en Pebble Beach, Rancho Mirage y Utah, cuando las planillas horarias indicaban que estaba en el trabajo.

El denunciante agregó que los dos capitanes trabajan en la división de capacitación del LAFD, y se están aprovechando de una cultura “profundamente arraigada” en la que tales abusos son conocidos por todos y, a menudo, la administración los pasa por alto. “Algunas personas están comprometiendo la integridad” del departamento, señalaba la denuncia, asimismo, una fuente me comentó que tales abusos golpean la moral de quienes realizan su trabajo con orgullo profesional.

La denuncia “sigue bajo investigación”, me comentó la portavoz del LAFD, Cheryl Getuiza, en un correo electrónico, y agregó que Terrazas no comentaría sobre el caso en este momento. Getuiza mencionó que también se está realizando una investigación sobre los comentarios de Granucci, y aunque un pequeño porcentaje de los miembros del LAFD vive fuera del estado, el departamento está “evaluando opciones para abordar” el problema.

Otro tema o dos que vale la pena evaluar:

¿Cuántos ejemplos más de mala gestión y podredumbre institucional puede sobrevivir Terrazas?

¿Y podrá Garcetti perdurar a las audiencias de confirmación del Senado de Estados Unidos sobre su aptitud para ser embajador en India si, entre otros problemas, no puede apagar incendios en su propio Departamento de Bomberos?

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Si quiere leer este artículo en inglés, haga clic aquí.

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