Ordenan evacuaciones por las fuertes lluvias. Temen deslaves en las zonas afectadas por los incendios
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En los días previos a la primera gran tormenta del sur de California en casi un año, Patricia Beckmann Wells no perdió el tiempo.
Junto con su esposo, arrojaron sacos de arena alrededor de su casa rural en Kagel Canyon, cerca del lugar donde el fuego Creek barrió las montañas sobre Sylmar, el mes pasado, y los obligó a salir de allí durante tres días. También se abastecieron de gasolina, compraron una batería extra para su generador y cargaron su despensa con alimentos no perecederos: sopa, cereal, dulces y PediaSure, para su hijo de cinco años.
Durante este roce con la Madre Naturaleza, afirmaron, no se irán a ningún lado. “No más Motel 6 para nosotros”, afirmó Beckmann Wells, a pesar de la orden de evacuación que sigue vigente en su vecindario. “Esperamos quedar atrapados en el cañón. Todo el mundo acaba de comprar suministros y se quedará aquí. Nadie quiere evacuar. No ven esto como la amenaza del incendio”.
Grandes trazas del sur de California recibieron el lunes la orden de evacuación -por segunda vez en pocos meses- cuando una poderosa tormenta lanzó un diluvio sobre las laderas devastadas por los incendios, provocando severas advertencias por parte de las autoridades acerca de derrumbes, inundaciones y aludes. Los meteorólogos señalaron que la lluvia más fuerte se esperaba a primera hora del martes.
En el condado de Los Ángeles, los ayudantes del sheriff fueron de puerta en puerta el lunes para alertar a los residentes sobre las órdenes de evacuación en Kagel Canyon, Lopez Canyon y Little Tujunga Canyon. Quienes se negaron a marcharse debieron firmar un formulario alegando que entendían el riesgo.
Residentes en zonas quemadas en los condados de Santa Bárbara y Ventura, junto con un área de Duarte, también recibieron la orden de irse, mientras que aquellos en las zonas quemadas de Corona y Burbank fueron advertidos de una potencial evacuación si las condiciones empeoraban.
Más allá de si los residentes planeaban quedarse o irse, todos parecían estar de acuerdo en algo: el castigo del clima es agotador.
“Estoy cansada de evacuar”, afirmó Debra Saucedo, quien fue desplazada de su hogar en Santa Bárbara durante dos semanas cuando el enorme incendio de Thomas se extendió por los condados de Ventura y Santa Bárbara, el mes pasado.
El lunes por la tarde, vestida con su impermeable rosa, dejó caer una hilera de bolsas de arena fuera de su casa y huyó.
Cuando un fuego arrasa un área, no sólo quema la vegetación sino que daña el suelo. El intenso calor provoca que la tierra no pueda absorber agua como lo haría normalmente. “He visto inundaciones aquí antes, y no es una broma”, aseguró Saucedo.
Durante el incendio de Thomas, Teri Lebow pasó 12 días con amigos, en Los Ángeles. Cuando regresó a Montecito, su casa estaba cubierta de cenizas y dañada por el humo. Ahora, volvieron a ordenarle una evacuación debido a la lluvia, a pesar de que no tiene colinas directamente encima de su propiedad. “Es una locura”, comentó. “Parece que no puedo poner en marcha mi vida”.
Mientras su esposo viajaba por trabajo, Lebow, de 65 años, llamó a jardineros para que coloquen sacos de arena alrededor de su casa. El lunes por la noche, planeaba trasladarse al Four Seasons en Channel Drive.
La lluvia es la mayor preocupación en las montañas quemadas durante el mortal incendio de Thomas, áreas donde se esperan algunos de los aguaceros más intensos. Inicialmente se pronosticaba que la tormenta generaría hasta cuatro pulgadas de lluvia sobre las montañas y laderas orientadas al sur, pero los pronosticadores aumentaron el lunes esos totales.
En algunas comunidades -particularmente dentro del área quemada en el incendio de Thomas- podrían caer hasta nueve pulgadas de lluvia entre lunes y martes, con cerca de una pulgada y media por hora, indicó Robbie Munroe, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional. Los flujos de escombros comienzan a darse cuando se alcanza aproximadamente el tercio de ese promedio, estimó.
Las laderas que ofrecen vistas tan amplias de la costa de California también están forzando la humedad de la tormenta, exprimiendo aún más las lluvias fuerte. La misma topografía es responsable de los temidos vientos sundowner, que llevaron las llamas cuesta abajo, hacia los hogares, el mes pasado.
Las autoridades meteorológicas advirtieron sobre las “dañinas” ráfagas de vientos, que podrían llegar a 60 mph entre la noche del lunes y el martes por la mañana, y provocar la caída de árboles y líneas eléctricas. Tormentas eléctricas azotarían la región el martes, con el potencial de aguaceros breves y fuertes, además de granizo leve, informó el servicio meteorológico.
Una gran tormenta también afecta actualmente el norte de California, causando preocupación por las potenciales inundaciones en la zona de incendios del país vinícola, donde ardieron más de 10,000 casas en octubre pasado.
El Servicio Meteorológico Nacional emitió una alerta por inundación repentina, el lunes por la tarde, para el área quemada al norte de la Bahía de San Francisco. La advertencia duraba hasta la mañana del martes.
Traducción: Valeria Agis
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