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Don Miguel Ruiz defiende su ‘escuela tolteca’ en nueva novela autobiográfica

En su nuevo libro, Don Miguel Ruiz, el celebrado autor de “Los Cuatro Acuerdos” (1998), adopta una nueva ruta para exponer sus peculiares puntos de vista espirituales, que le han ganado tanto el respeto incondicional de sus incontables seguidores como la crítica de quienes lo ven como una suerte de comerciante que se vale del sentido común para vender sus teorías.

Y es que, a diferencia de sus publicaciones anteriores, que eran básicamente tratados, “El arte tolteca de la vida y la muerte” es una novela que se basa en su vida, tomando como partida un hecho específico -el ataque cardiaco masivo que sufrió en el 2002 y que lo puso al borde la muerte-, pero desarrollando a su alrededor un vasto y ambicioso relato con fuertes ramificaciones familiares y aparentes influencias del realismo mágico.

“Lo hicimos de este modo para cambiar un poco de estilo”, le dijo a HOY el escritor de origen mexicano, quien vive actualmente entre San Diego y Las Vegas. “Queríamos crear una historia para hacer hincapié en que todos somos historiadores, porque todos escribimos nuestra propia historia. Lo que estoy planteando es el conflicto esencial que existe en la mente humana; siempre pensamos que este era el que se daba entre el bien y el mal, pero lo cierto es que es el que se produce entre la verdad y la mentira”.

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“Las mentiras hacen que creemos las supersticiones, y estas nos vuelven tan fanáticos que, en ocasiones, somos capaces de matar o de morir defendiendo esas ideas”, agregó. “Este libro se desarrolla en las nueve semanas que estuve en coma para recopilar los encuentros que tuve con la verdad, y que cambiaron la dirección de mi vida; cualquiera que lo lea va a encontrar similitudes con la historia que él mismo crea”.

En el libro, Ruiz aparece como el personaje de Miguel, quien se encuentra al borde la muerte mientras su madre trata de regresarlo a “nuestro mundo” acudiendo a otros de sus antepasados y a la misteriosa Lala, quien representa el conocimiento; pero cuando le preguntamos por esta decisión narrativa, el entrevistado nos respondió con algo más que razones técnicas. “En mi historia, toda la gente que conozco no es más que una expresión de mí mismo; es cierto que tengo familiares, pero en mi historia son una copia de los reales, porque a través de mi mente los concibo de cierta manera”, dijo. “En ese camino de búsqueda de la verdad, me doy cuenta de que ni quisiera soy el personaje principal”.

A diferencia de lo que pasa con los representantes de religiones tradicionales, en “El arte tolteca”, Ruiz no le teme nunca a la descripción de temas de pareja y de intimidades sexuales, ni siquiera cuando se trata del momento en que su propia madre lo concibió. “Eso es lo más normal del mundo; somos seres sexuales y tenemos preferencias determinadas”, señaló. “Sin el sexo, no hay reproducción ni Humanidad. Tenemos que dejar de negar que somos como somos, porque el sexo es como el comer, el tomar y el correr, es decir, una necesidad de nuestro cuerpo”.

En Wikipedia, Ruiz es mencionado como “orador motivacional”, aunque en ciertas partes del libro, él mismo se define como un chamán. “Pero fue solo durante una parte de mi vida, unos nueve años, porque quería entender cómo funciona la mente humana”, explicó. “Antes de eso fui médico cirujano, algo que practiqué durante bastante tiempo; pero en un momento dado me di cuenta de que era más importante lo otro, y empecé a tener aprendices a los que llevaba a lugares como Teotihuacán, y que me daban permiso para ver cómo funcionaban sus mentes”.

“El resultado de ese proceso fueron ‘Los Cuatro Acuerdos’, pero después me dediqué a dar pláticas y seminarios, y posteriormente, a predicar mucho sobre la psicología, porque esa es la base principal de mis libros, donde trato de mostrar una vertiente tan simple [de esta] que no se necesita leer textos más complicados, sino simplemente aplicarla”, añadió. “El punto principal es que tú puedes cambiar tu propia historia, y para ello, la única forma es cambiar al personaje principal, o sea, lo que tú crees ser”.

El hecho de que Ruiz haya llevado a jóvenes a esta clase de recorridos supuestamente místicos se presta a sospechas de manipulación que el mismo entrevistado se apresuró a negar. “Yo respeto todo lo que la gente cree; no le digo a nadie cómo debe vivir su vida, sino que doy simplemente las bases para que cambies si es que quieres cambiar”, aseguró. “Por ejemplo, en ‘El Quinto Acuerdo’ [2010], que hice con mi hijo José, decimos que no le crean a nadie, que sean escépticos, pero que escuchen lo que los demás dicen, porque puede tener enseñanzas increíbles”.

Otro aspecto polémico de la propuesta de Ruiz se encuentra en su supuesto empleo de la “sabiduría tolteca”, cuando dicha cultura no dejó realmente trazos de su forma específica de pensamiento. Pero el autor tiene también algo que decir al respecto. “La palabra ‘tolteca’ significa artista; en Mesoamérica era el artesano, el que construía las pirámides, el que llevaba el conocimiento. Pero en realidad no es otra cosa que el que se enfoca en la belleza, algo que no tiene tiempo ni espacio y que se adapta a cualquier época y sitio geográfico”, afirmó. “Las historias que he escuchado de mi familia dicen que [los Ruiz] venimos de los mexicas [aztecas], de los Caballeros Águila; y si bien las historias son creaciones de los seres humanos y no son por ello necesariamente verdad, se encuentran basadas en hechos que sí sucedieron”.

En un mundo como el actual, donde no solo su propio país de origen pasa por una gran ola de violencia, Ruiz considera que su propuesta es especialmente necesaria. “Esa es exactamente la razón por la que he escrito estos libros; la Humanidad ha ido evolucionando y está mucho mejor de lo que era antes, pero el conflicto sigue siendo el mismo y el fanatismo se ha quedado”, enfatizó. “Mientras la ciencia y la tecnología han avanzado muchísimo, la psicología está atrasada, y eso ha hecho que no nos hayamos abocado a vencer ese conflicto”.

“Desde hace varios años, he estado invitando a todos para que me ayuden a cambiar el mundo; y no me refiero a la Humanidad completa, sino al mundo que nosotros creamos, porque si no cambias tu realidad, tu historia no cambiará”, concluyó. “Como dijo Benito Juárez, el derecho al respeto ajeno es la paz, por lo que hay dejar que el vecino crea lo que quiera creer”.

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