Anuncio

Los Fabulosos Cadillacs llegaron a L.A. cargados de refuerzos y de temas inolvidables

Tras una larga ausencia de nuestra ciudad que respondía a su propia falta de material discográfico nuevo, la banda argentina Los Fabulosos Cadillacs regresó el fin de semana pasado a la urbe angelina para presentarse en un Microsoft Theatre que lució completamente lleno y cuyos asistentes se mostraron siempre eufóricos, hasta el punto de que trasladaron la fiesta y los cánticos a los pasillos exteriores una vez que se acabó el concierto.

No era para menos, claro, porque con más de treinta años de carrera, esta banda es una de las piezas esenciales de la célebre movida del “Rock en Español” de los ‘80 y, en ese sentido, una superviviente que se encuentra todavía con su núcleo creativo intacto, lo que quiere decir que permanecen al frente el vocalista Vicentico y el bajista Flavio Ciancirulo, miembros fundadores al lado del tecladista Mario Siperman, quien también se mantiene en la alineación.

Hay muchas bandas argentinas de rock que han sido y siguen siendo muy grandes en su país de origen, pero que no han tenido casi difusión en el extranjero; por ese lado, los Cadillacs lograron trascender barreras a través de una propuesta internacionalista que inicialmente le debía mucho al ‘ska’ -la versión acelerada del reggae jamaiquino-, pero que poco a poco fue sumando elementos del punk, del metal y del folklore latinoamericano para darle vida a un estilo tan ecléctico como impredecible, lo que les permite armar repertorios que, además de ser muy extensos, se encuentran lejos de ser aburridos.

Anuncio

Dentro del auditorio ubicado en el complejo LA Live, esto les sirvió adicionalmente para conservar la atención del público a lo largo de más de dos horas ininterrumpidas, y a pesar de que, con los méritos evidentes de su voz particular y distintiva, Vicentico está lejos de ser un ‘frontman’ animado y carismático. De hecho, el cantante dijo muy poco sobre el escenario (nada acerca de Trump, por si las dudas), y cuando lo hizo, sus intentos para implementar un juego con la audiencia no resultaron muy afortunados.

Eso no quiere decir que la puesta en escena de los Cadillacs sea descartable, porque la energía que brota de sus composiciones se ve respaldada por unos instrumentistas de primer nivel que siguen estando encabezados por Ciancirulo, quien además de cantar ocasionalmente sin su instrumento en las manos (como lo hizo durante la interpretación del nuevo corte “El Profesor Galíndez”), es un reconocido maestro de las cuatro cuerdas, con las que logra un nivel de sofisticación que no se encuentra necesariamente en el apartado de los bajistas.

Además, es importante resaltar que este no fue un simple acto de nostalgia, porque el grupo, que llegó de la mano de un álbum de estudio reciente del que extrajo varios números, cuenta ahora con una formación que ha alcanzado un nivel inesperado de frescura debido a la incorporación de Florián Fernández Capello (guitarra) y Astor Ciancirulo (batería y bajo), los jóvenes hijos de Vicentico y de Flavio, quienes han sido responsables de que los shows actuales de los Cadillacs tengan a veces el sonido de dos baterías simultáneas.

Pese a que el ska ha sido usado de manera discreta por la banda en los trabajos de su segunda etapa, que lleva ya varios años, la huella de este género en el concierto se hizo notar desde el inicio mismo, con la presentación del instrumental “Cadillacs” y de la recordada “Mi novia se cayó en un pozo ciego”, que dieron luego paso al ‘guapachoso’ corte “Demasiada presión” y al clásico de clásicos “El genio del dub”.

Pero esa primera parte le dejó también espacio a lo nuevo, empezando por “Averno, el fantasma”, una de las composiciones centrales de “La salvación de Solo y Juan”, una placa que se llevó el Latin Grammy al Mejor Álbum de Rock en el 2016 y que le da la contra a las tendencias contemporáneas del pop al ser una ambiciosa ópera rock con un concepto específico.

Inmediatamente después llegó “La tormenta” (que a nosotros nos recuerda a “El genio del dub”, pero que tiene una línea de bajo impresionante) y, más adelante, la ya citada “El Profesor Galíndez”, así como “Canción de Solo para Juan”, que se acerca más a la escuela del ‘indie’.

El segmento final retomó los éxitos del pasado para satisfacción de una audiencia que empezó a desbordarse por los pasillos con la intención de bailar, pero que se enfrentó siempre a las restricciones de un teatro que podrá tener unas instalaciones muy modernas, pero que no facilita el movimiento. De todos modos, los presentes hicieron lo que pudieron para celebrar la interpretación de “Carnaval toda la vida”, “Mal bicho” y, por supuesto, “Matador”, que es probablemente la creación más popular de los Cadillacs.

El ‘bis’ llegó con más composiciones dignas de recuerdo, como “V Centenario” -un regreso a ese ‘skacore’ combativo y político de otros tiempos que no se trasladó al discurso de Vicentico-; “Siguiendo la luna” -un reggae romántico que derritió más de un corazón-; “Vasos vacíos” -un ska cadencioso-; “El satánico Dr. Cadillacs” -una pieza más movida y con aportes tropicales-; y “Yo no me sentaría en tu mesa” -otro ska de fiesta y de coro inevitable-.

Anuncio