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El ‘Bronco’ en Nuevo León: “No me dejen solo”

Durmió menos de tres horas. Tras tomar protesta como Gobernador el sábado y hablar con reporteros en Palacio de Gobierno, llegó a su casa, comió quesadillas y tostadas rojas, y a descansar.

Para las 8:30 horas de ayer, sombrero puesto, Jaime Rodríguez Calderón está al frente de su casa en García enviando mensajes por Facebook y WhatsApp, supervisando todo para la cabalgata. Es su primer día en funciones.

“Responsabilidad, cabrón, es como cuando te casas”, dice a la pregunta de qué siente ser Gobernador. Luego, habla de su discurso del sábado con el que abofeteó con alusiones de corrupción a Rodrigo Medina y a Natividad González Parás.

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“A todo mundo le gustó”, expresa y, al hablar de Medina, chasquea la lengua: “Ése ya se ha de haber ido con su vieja a pasear a toda madre”.

Es su primer domingo como Gobernador, pero para él es un domingo normal. Desayuna cinco tacos de barbacoa, aguacate y su “salsa matona”, más café.

Dice que le encargará al artesano Francisco Charles una piedra de alabastro para su ejido, Pablillo, que dirá: “Aquí nació la segunda independencia de este país”, y la frase suya: “hay vivos que parecen muertos y muertos que viven por siempre”.

“De qué sirve que estés vivo si no haces nada, hay que luchar para ser eterno. Yo ya soy eterno. No es soberbia. Hice lo que nadie hizo, dije lo que nadie dijo, hago lo que nadie hace, y mírame: comiendo tacos de barbacoa con aguacate”.

“El Bronco” se traslada al acceso del Parque Fundidora, sobre el Río Santa Catarina, para esperar a centenares de jinetes que, provenientes del área bajo el Puente del Papa, lo acompañarán por la pista en torno a viejos hornos.

“No me digas jefe, dime Jaime”, pide a un oficial de Fuerza Civil que supervisa su llegada. Luego, se desespera:

“Échame al Tornado, voy por ellos”, dice y monta a su caballo, lo que fue imposible el sábado. Regresa con el contingente.

Antes de la cabalgata, en la que participó (ayer domingo) entre las banderas de México y del escudo de Nuevo León, le pide la bendición al cura Alejandro Solalinde. Ha llovido y los nubarrones no se van del todo.

Suena el silbato de Fundidora. Rodríguez y los jinetes saludan a paseantes. Atrás van motociclistas y ciclistas. Frente a la Arena Monterrey, donde dirigirá un mensaje a sus seguidores, se toma fotos con los clubes y monta sonriente una Harley-Davidson. Antes, cuenta que está aprendiendo a conducir una Italika para ir a su oficina.

El tiempo apremia: miles lo esperan, por lo que tras ejecuciones de la Orquesta Sinfónica Esperanza Azteca, el estreno de la melodía Renace Nuevo León y las interpretaciones de Leandro Ríos, sale con su esposa Adalina Dávalos.

Arropado por colaboradores, los activistas Hipólito Mora y Solalinde, los Gobernadores Manuel Velasco, Eruviel Ávila, Egidio Torre Cantú, Francisco Domínguez, Roberto Sandoval, Alejandro Moreno, Mario Anguiano, Juan Manuel Carreras y el Jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, “El Bronco” perora, lanza palabrotas y chistes, aunque uno que habla de la ropa cara de los gobernadores lo interrumpe ante las risas de sus invitados políticos.

Dice que encabezará un movimiento para despertar a México, lo que suena a campanazo rumbo al 2018; que se irá por lo políticamente incorrecto y que le devolverá la honra al Estado. También, habla de Dios y pide a la gente que le eche la mano.

“No me dejen solo”, expresa.

En rueda de prensa, de esas largas a las que ya les empieza a hallar gusto, Rodríguez anuncia una parte de su gabinete.

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