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A 50 años, Cal State Dominguez busca renovar a una comunidad mal atendida

Estudiante de primer año de la universidad en Cal State Dominguez Hills.

Estudiante de primer año de la universidad en Cal State Dominguez Hills.

(Christina House / For The Times)

California State College en Palos Verdes fue concebido como el Harvard del oeste, una escuela progresista y de artes liberales. Estaba dirigido a las prósperas y florecientes ciudades del sur de la bahía, después de la Segunda Guerra Mundial y sería construida en un sitio con una impresionante vista al mar.

Pero en el verano de 1965, los disturbios de Watts, estallaron después de décadas de tensión sobre políticas de seguridad, vivienda segregada, trabajo, educación y falta de transporte.

Los disturbios alteraron no sólo la forma en que los países consideraban las relaciones entre las distintas razas, sino también la actitud del entonces gobernador Edmund G. “Pat” Brown, quien impulsó un plan para mover el plantel hacia las comunidades donde vivían los estudiantes multirraciales, en el sur de Los Ángeles.

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Las clases iniciaron en enero de 1965 en Cal State Palos Verdes, fundada en 1960 como la Universidad Estatal del Sur de la Bahía. Después de los disturbios se seleccionó el área para el plantel y se le cambió el nombre por Cal State Dominguez Hills, en honor a los dueños originales de la tierra que llevaban el apellido Dominguez.

En los últimos 50 años, el plantel se ha convertido en uno de los sistemas escolares estatales con mayor diversidad. Tiene el mayor número de graduados entre los estudiantes Afroamericanos en California y ha graduado al mayor número de latinos en el país. El plantel fue uno de los cuatro en Estados Unidos honrado por el presidente Obama el año pasado por su servicio comunitario, y este año estuvo entre los 14 colegios y universidades de California seleccionados para compartir un premio de $50 millones de dólares para realizar innovaciones, e incrementar la retención y graduación de estudiantes.

Aún así el plantel, que se encuentra en Carson se enfrenta a significantes retos.

En general los índices de graduación y retención todavía están muy por debajo de la media nacional. La mayoría de los estudiantes llegan poco preparados para el trabajo a nivel universitario y necesitan cursos para ponerse al corriente. Muchos son los primeros en su familia en asistir a la universidad; una buena parte asiste sólo medio tiempo.

El plantel ha sufrido de una percepción, - basada en gran medida en la población a la que sirve, - que es menos riguroso académicamente que otros planteles. Las comunidades aledañas todavía están batallando con el crimen, los pocos puestos de trabajo y el bajo rendimiento en las escuelas K-12.

Dominguez Hills tiene una tarea casi imposible: Transformar a una comunidad y reparar su falta de esperanza y desesperación.

“Estamos haciendo un buen trabajo en esa transformación, pero se tiene que hacer más”, dijo el presidente de Cal State Dominguez, Willie J. Hagan en una reciente entrevista.

Hagan estaba cerca de retirarse cuando aceptó la presidencia interina en el 2012 y permaneció en el puesto el año siguiente, atraído por el plantel y su historia.

“Yo pienso que, si las personas entendieran por qué estamos aquí, nuestra misión, nuestra vocación y nuestro compromiso, entonces apoyarían al plantel”, dijo Hagan.

El concejal de la ciudad de Los Ángeles, Joe Buscaino asistió a clases nocturnas en Dominguez Hills, obteniendo un grado en comunicaciones mientras trabajaba como oficial en el Departamento de Policía de Los Ángeles.

“Después de la rebelión de Watts, Dominguez Hills fue una de las tres universidades de alto nivel, incluyendo el Southwest College y la Charles R. Drew University, que nacieron para resolver la falta de educación de calidad en el área”, dijo Buscaino, cuyos compañeros de clase se convirtieron en legisladores y líderes empresariales. “Abrieron las puertas a la gente que pensó que estaban cerradas para ellos”.

Los planteles urbanos como Dominguez Hills incrementaron la llegada de estudiantes no tradicionales y Hagan y otros dijeron que utilizar los niveles de graduación como medida de éxito puede ser engañoso.

Estos índices están típicamente basados en el ingreso de estudiantes de primer año, pero no incluye a los estudiantes de transferencia. El College Scorecard, desarrollado recientemente por el Departamento de Educación de los Estados Unidos enumera el índice de graduación en términos de seis años al 28% comparado con un promedio nacional de 44%. (Los directivos del plantel dicen que en el 2014, el índice fue del 32%).

“Esta es una medida equivocada para un plantel como Dominguez Hills… porque no se enfoca en quién está actualmente entrando por la puerta”, dijo el profesor de música David Bradfield.

Mejorar el tiempo que les toma a los estudiantes obtener sus licenciaturas es especialmente importante para los estudiantes de bajo ingreso y de las minorías, dijo Michele Siqueiros, presidente de la campaña Grupo de Defensa para Oportunidades Universitarias.

“Hay más medidas que importan, no sólo el total de número de graduados, pero algunas veces me preocupa que las instituciones utilicen todos estos factores como una excusa”, dijo Siqueiros.

“Las instituciones en todo el estado tienen estudiantes con familias que trabajan y que están menos preparados para la universidad, pero la respuesta a esto varía y algunas instituciones con la misma población tienen mejores resultados”.

Otro obstáculo es el dinero. Como muchos de los 23 planteles Cal State, Dominguez Hills, sufrió profundos recortes de presupuesto cuando el estado redujo los fondos por $1000 millones de dólares al sistema durante la recesión. Los fondos se han incrementado gradualmente, pero no ha llegado a los niveles de antes de la recesión.

La mayoría de los estudiantes en Dominguez Hills necesitan apoyo académico y la mayor parte de ellos son estudiantes de transferencia. La escuela quiere contratar más asesores y maestros de tiempo completo que puedan proporcionar tutoría y oportunidades de investigación. El plantel tiene los más bajos porcentajes de profesores titulares en el sistema, pero está trabajando para incrementar esos índices.

Cerca de la mitad de todas las clases se realizan en lo que se supone son edificios temporales, algunos con 20 años de antigüedad. Los directivos están tratando de obtener fondos para reemplazar el edificio de ciencias que tiene 47 años de antigüedad; hay momentos, por ejemplo, en que los campos de la ciencias, matemáticas y tecnología muestran el mejor potencial de ingreso, pero también la más baja participación entre mujeres y minorías.

“Lo frustrante es que la facultad y el equipo saben exactamente que se necesita hacer, pero no tienen los recursos”, dijo Hagan.

Los líderes del plantel están trabajando en muchos frentes. Comenzaron un programa de transición para alumnos de primer año- la Experiencia del Primer Año- ofreciendo asesoría extra, seminarios especiales y clases más pequeñas. La Alianza para el Éxito de los Varones, diseñado para aumentar la asistencia y retención de los hombres latinos y negros, está citado como un modelo nacional.

Estela Bensimon, co directora del Centro para Educación Urbana en USC, trabajó con Dominguez Hills hace más de una década en asuntos de equidad para estudiantes de color. Dijo que encontró una desconexión cultural entre la facultad y los estudiantes. Más recientemente, el centro ayudó a desarrollar una presentación ganadora para el premio a la innovación estatal y el sentido del propósito se mejoró grandemente, dijo ella.

“El presidente es nuevo y al parecer está conectado con la facultad y parece que hay una nueva energía”, dijo Bensimon. “En el 2000 vi a la universidad muy pasiva y no como un lugar en donde se sintiera la energía, y eso ha cambiado”.

De hecho, Hagan recibe generalmente muy buenas calificaciones de los profesores en su liderazgo y dirección del plantel.

“Yo diría que es un buen matrimonio”, dijo James Jill, un profesor de física que es director del Senado Académico, añadiendo que hay algunas áreas de desacuerdo.

A diferencia de otros planteles de Cal State, en Dominguez Hills las solicitudes de licenciatura no son un exceso y el plantel no ha excedido su capacidad de inscripción. Hagen dijo que después de años de batallar con las metas de inscripción, el campus ahora aplica rigurosamente sus fechas límite, para no exceder los objetivos.

La estudiante de primer año, Irma Sánchez, dijo que fue aceptada en UC Santa Barbara y UC Riverside y en la lista de espera de UCLA. Pero inmediatamente aceptó la oferta de Dominguez Hill.

“Las clases pequeñas y la diversidad de estudiantes realmente fueron un atractivo para mí”, dijo Sánchez, una estudiante de biología de San Diego que vive en el campus. “En mis visitas me pareció que la facultad realmente se preocupaba por la educación y formación práctica”.

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Twitter: @carlariveralat

Traducción Diana Cervantes

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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