Sólo quedan 60 vaquitas marinas en el Golfo de California por culpa de la pesca con redes
Una vaquita marina en el norte del Golfo de California.
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La población de la vaquita marina, una pequeña marsopa que solo se encuentra en la parte superior de México del Golfo de California, ha descendido aproximadamente a 60 sobrevivientes, según un nuevo estudio de un equipo internacional de científicos que buscan medidas más fuertes para proteger la especie.
Sin esfuerzos sostenidos, los científicos advierten que la vaquita, el mamífero marino en mayor riesgo de extinción en el mundo, podría desaparecer dentro de cinco años.
Su informe fue presentado esta semana en Ensenada ante el secretario de medio ambiente y recursos naturales de México, Rafael Pacchiano Alamán. Éste busca una prohibición permanente de las redes rastreras verticales de pescar usadas por pescadores en el Golfo, así como medidas más fuertes para prevenir la pesca ilegal.
Aunque elogiaron las “acciones de conservación sin precedentes” para proteger a la vaquita, los científicos dicen que las marsopas siguen ahogándose cuando terminan involuntariamente atrapadas en las redes usadas para atrapar a otra especie en peligro crítico de desaparecer, la totoaba, cuyas vejigas son pagadas a muy altos precios en China.
Solo en marzo, tres vaquitas fueron encontradas muertas, “todas murieron por haberse enredado en las redes, probablemente para atrapar totoabas”, según un comunicado.
Los autores del informe son los miembros del Comité Internacional para la Recuperación de la Vaquita (CIRVA), un grupo internacional consultivo del gobierno mexicano. Sus conclusiones vienen más de un año después de que el presidente Enrique Peña Nieto viajó a San Felipe, una ciudad pesquera de Baja California, para anunciar una prohibición sin precedentes de dos años de pesca con redes rastreras en el hábitat de la vaquita y un programa de compensación para pescadores locales.
“Estamos viendo desaparecer ante nuestros ojos a estas preciosas especies nativas”, dijo Lorenzo Rojas-Bracho, presidente del CIRVA. “La prohibición de pesca con redes rastreras debe seguir si queremos tener una esperanza de salvar a la vaquita”, dijo Rojas-Bracho, que es coordinador de investigación y conservación de mamíferos marinos en el Instituto Nacional para la Ecología y el Cambio climático de México .
Rojas-Bracho fue uno de los científicos durante una expedición de nueve semanas en la zona norte del Golfo de California el otoño pasado, comisionado por el gobierno mexicano para determinar el número de vaquitas restantes. Durante días los observadores pasaron horas detrás de binoculares de alta potencia a bordo del navío de investigación Ocean Starr, peinando la zona en busca de signos de la vaquita, que debe emerger para respirar. Sus conclusiones en aguas más profundas donde el barco podía navegar fueron combinadas con datos acústicos en aguas bajas, que registraron sonidos de alta frecuencia que las vaquitas usan para localizar a sus presas.
Después de meses de procesar la información, el resultado final mostró que los números han seguido su tendencia a la baja de años recientes, de 567 en 1997 a 245 en 2008 a aproximadamente 60 en 2015.
“Estaríamos en una mucho peor posición si no hubieran llamado a la prohibición de emergencia”, dijo Barbara Taylor, una bióloga de conservación en el Centro de Ciencias de Industria pescadera del Suroeste, de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica en La Jolla, y que formó parte del equipo científico que hizo el estudio sobre la vaquita. Si se permite que se reanude la pesca con redes rastreras, ésta podría quedar extinta para el 2022, dijo.
Pacchiano, el secretario ambiental, dijo que las autoridades federales han estado colaborando para prevenir la pesca ilegal de la totoaba, así como peleando contra el tráfico ilegal de especies en peligro y la “presencia de organizaciones criminales relacionadas con esta actividad”. En un comunicado, también acentuó la importancia de aumentar las medidas protectoras.
A pesar del decreciente número de vaquitas, que crecen hasta cinco pies de largo y 120 libras de peso, Taylor y otros científicos dicen que la especie no está más allá de la salvación. Pero esto requerirá decisión política y recursos económicos. Una medida que ellos recomiendan es cerrar el hueco en el sistema que permite la pesca de temporada de la corvina del Golfo, una práctica que puede ser una cubierta para la pesca clandestina de la totoaba.
El progreso del gobierno mexicano es seguido de cerca por la comunidad ambiental internacional. Una organización, la Sociedad de Conservación del Pastor de Mar, ha enviado dos barcos al Golfo superior para colaborar con agencias del orden mexicanas, filmando la pesca clandestina de totoaba y quitando las redes ilegales.
Otro grupo, el Centro para la Diversidad Biológica, ha observado el programa de compensación del gobierno mexicano, que ha apartado $36 millones de dólares por año para apoyar a unos 2,700 pescadores por el ingreso que han perdido durante la prohibición. Alejandro Olvera, el representante del centro en México, dijo que los fondos no han sido equitativamente distribuidos, con algunos recibiendo un gran ingreso, mientras otros no reciben nada.
En San Felipe, un pequeño grupo de pescadores ha estado colaborando con científicos para probar una opción alternativa. Pero hasta el momento no han recibido permisos de la Comisión Nacional de Pesca y Acuicultura, dijo Taylor.
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