OPINIÓN: ¿Votarán los latinos?
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Con frecuencia se dice acerca del voto latino en Estados Unidos que se trata de un “gigante dormido”, con un potencial electoral capaz de definir elecciones. Numéricamente no queda ninguna duda, por primera vez en la historia los latinos serán la primera minoría electoral con el 13.3% de los posibles votantes-, poco más de 32 millones de electores-, por encima del número de votantes afroamericanos que representarán el 12.5% o los asiáticos con el 4.7%.
Sin embargo, históricamente, no han tenido la relevancia política que esos números reflejan. El ejemplo más reciente es la presión a la que fue sometido el candidato demócrata para nominar a una vicepresidenta identificada con la comunidad afroamericana -bien por ellos-, mientras que nadie mencionó la posibilidad de una candidata a la vicepresidencia de origen latino, a pesar de que hay más votantes latinos que afroamericanos. Las razones son muchas y de muy diversa índole.
Para efectos electorales el voto “latino” es una agrupación demasiado general y heterogénea. Su concentración geográfica -5 estados concentran al 60% de los latinos-, es mucho mayor que la de la comunidad afroamericana. Estatalmente hablando, en Florida ese voto se refiere a los ciudadanos de origen cubano y sudamericano, en Nueva York a los de origen dominicano y en California, Arizona o Texas a los de origen mexicano y centroamericano.
Más allá del origen, las agendas y afinidades políticas de estos grupos no se identifican con el mismo partido político y el sistema electoral estadounidense para la elección presidencial los hace muy relevantes en su estado, pero poco importantes a nivel nacional. De manera simplista, se puede decir, por ejemplo, que ganar California por muchos votos o por pocos votos da casi lo mismo.
Aunque no nos guste y no refleje la realidad, a diferencia de lo que ocurre con la comunidad afroamericana, los latinos son percibidos como “extranjeros” como inmigrantes. Aún nos referimos a ellos, por ejemplo, como México-Americanos cuando en realidad se trata de americanos de origen mexicano. Parece algo meramente semántico, pero no es así. La identidad cultural se refiere al país de origen y no al de residencia.
El voto latino no está decididamente identificado con alguna plataforma política. En 2016 el 91% de los votantes afroamericanos votó por la candidata demócrata mientras que ese fue el caso solamente para el 66% de los latinos.
Muchos votantes latinos se sienten decepcionados de ambos partidos. Obama prometió una gran reforma migratoria que no solo no cumplió, sino que en la práctica deportó a los padres o hermanos de muchos de los latinos que pronto irán a las urnas o votarán por correo, cierto, aprobó DACA y apoyó a los Dreamers, pero las deportaciones no se olvidan tan fácilmente.
Por su parte, Donald Trump a pesar de que presumirá el apoyo de AMLO -su amigo-subordinado mexicano-, su insistencia en el muro en la frontera con México, culpar a los migrantes de los males económicos, de seguridad y hasta de salud en Estados Unidos lo alejan de esos votantes.
Entre muchos otros factores, esto ha llevado a los votantes latinos a participar poco en las elecciones, no le ven caso. Tradicionalmente es el grupo que participa poco, menos de la mitad de los posibles votantes latinos finalmente lo hacen, incluso en una elección tan intensa como la que se avecina, apenas el 60% de ellos dice que participará.
Consideran que de nada sirve porque su comunidad, bajo ninguno de los dos partidos resultará beneficiada. Aumente usted la sub-representación latina en el Congreso, la falta de liderazgos latinos de alcance nacional y se explicará fácilmente el porqué de esa baja participación.
En una democracia, votar es el arma más efectiva y la inminente elección presidencial en Estados Unidos convierte al voto además en la más inmediata. Los latinos tienen ante sí la oportunidad de hacer sentir su voz a la que tienen pleno derecho, de elegir la plataforma que amplíe de mejor manera su acceso a oportunidades de educación o salud en las que hoy son deficitarios. Claro, después habrá que organizarse y exigirlo, pero primero hay que votar y despertar al gigante.
*Jorge Santibáñez es presidente de Mexa Institute
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