Opinión: Cuando pierdes toda la confianza en los mecánicos
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A todos nos ha pasado: llevas tu auto al mecánico y después de una evaluación te informan que tu carro tiene problemas y que para arreglarlo tienes que desembolsar cientos o miles de dólares.
Para la gran mayoría de nosotros, nuestros vehículos son una herramienta indispensable y una de las inversiones más grandes de dinero que hacemos.
Necesitamos nuestros automóviles para movernos en una región de suburbios y autopistas como San Diego, cuyo transporte público es caro y limitado.
Necesitamos nuestros autos para llevar a nuestros niños a la escuela y para ir a trabajar.
Incluso, para muchos de nosotros manejar es nuestro trabajo. Por eso cuando no sirve nuestro automóvil, estamos dispuestos a alterar el presupuesto familiar o a conseguir dinero de donde sea para repararlo rápidamente.
Para muchos de nosotros, los vehículos también son una incógnita. Poco sabemos de cómo funcionan las cosas bajo el cofre y entre las llantas.
La vida está lo suficientemente complicada como para también entender mecánica.
Nuestra dependencia hacia nuestros autos y nuestra ignorancia sobre la mecánica nos ha hecho especialmente vulnerables ante mecánicos sin escrúpulos que están listos para aprovecharse de nosotros.
He tenido mis experiencias con mecánicos sin escrúpulos, pero ninguna de ellas me prepararía para una reciente experiencia en un conocido concesionario de San Diego.
No quiero decir el nombre, porque hay una investigación interna que aún está en proceso.
Pero basta decir que trataron de venderme reparaciones con un costo de miles de dólares para un problema inexistente, en lo que sospecho era una táctica para cobrarme más después para arreglar el verdadero problema del auto.
Cuando uno lleva su carro al concesionario, un representante toma los datos y refiere el auto a un mecánico especialista. El mecánico identifica el problema y la solución, y se lo comunica al representante, quién después se lo comunica al cliente.
En mi caso, el representante me comunicó el problema y me dijo que las reparaciones costaban 4 mil dólares, y me dijo que quizá era mejor encontrar otras opciones.
Le dije que ‘no, gracias’, y que estaba de acuerdo, iba a explorar otras opciones. Unos 20 minutos después suena mi teléfono y en la otra línea aparece un tipo que se identifica como el mecánico que diagnósticó mi auto.
Me dice: “Yo conozco a alguien que tiene la parte que necesitas, y yo te lo arreglo personalmente por 1200. Pero me tienes que traer los 1000 dólares ahora mismo si quieres que lo haga.”
Aparentemente, el mecánico tenía su propio negocio y le estaba robando clientes a su empleador. Tuve la tentación de decirle que sí. Finalmente, quién no quiere ahorrarse 2800. Sin embargo, no me dio buena vibra.
Preferí tomar el diagnóstico y hacer las reparaciones yo mismo con ayuda de mi hermano.
Compré la pieza carísima que tenía que reemplazar, y cuando empezamos a hacer las reparaciones nos dimos cuenta de que el mecánico estaba equivocado.
Estaba claro que ni siquiera había intentado averiguar cuál era el problema.
Iba a cobrarme por arreglar un problema que no existía, y que después, cuando descubriera el verdadero problema, me iba a marcar para decirme que necesitaba otros 1000 dólares o más.
Reporté a este mecánico sin escrúpulos, y espero que reciba la justicia que se merece. Yo me quedo con la confianza destrozada.
Intentaron robarme dinero que tanto trabajo me cuesta ganar para mantener a mi familia, pero por fortuna pude evitarlo. No todos tienen la misma suerte. Seguramente este mecánico lo había hecho antes con otras personas.
Me pregunto cuántas veces me han estafado sin ni siquiera saberlo. Cuántas veces me han dicho que me han cambiado el aceite sin verdaderamente hacerlo. Cuántas veces he pagado por un problema que no tengo.
Seguramente no será la primera vez que un mecánico tratará de estafarme. Pero de ahora en adelante estaré más listo que nunca para confirmar y reconfirmar cualquier sugerencia o trabajo que venga de un mecánico.
Basta con los mecánicos sin escrúpulos. Es una pena que algunos arruinen la confianza que tenemos hacia los especialistas que nos ayudan a mantener nuestros carros en buen estado.
Soto es columnista independiente, sus opiniones son personales.
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